miércoles, 15 de marzo de 2017

escala i coberta en castellano

Recuerdo perfectamente, como si lo estuviera viendo con mis propios ojos, aquel hombre rodeado de un traje de gabardina, entrando en el comercio donde yo trabajaba al salir de clase y los sábados. Su mirada inquisidora parecía estudiar todos los rincones del establecimiento como si estuviera haciendo una búsqueda detectivesca. Las dos características más destacables eran los bigotes amexicanats, muchos poblados y negros, y aquellas gafas dibujando dos cuadrados medio ahumados, pasadas de moda, casi tanto como la gabardina o gastadas Sebago negros; sin olvidarnos del deteriorado cuaderno de notas que escondía una pluma dorada, sujetos por la mano derecha, mientras caminaba de manera decidida hasta el medio de la tienda, desde donde podría ir siguiendo la sinuosa escalera que nos podía acercar a la entrada de la vivienda familiar o bien desde donde se podría dirigir hasta el fondo para encontrar más tramos escalonados para poder acceder a las plantas superiores de la tienda, donde se escondía un pequeño almacén de techo bajo, poco iluminado. Espacio que yo me había personalizado a mi gusto, donde se mezclaban los pequeños electrodomésticos pendientes de arreglar, distribuidos por las repisas irregulares que seguían las formas caprichosas de la pared hasta encontrarse con el equipo de alta fidelidad Philips, totalmente metalizado formado por el amplificador, el reproductor de cintas, un sintonizador de radio digital y un giradiscos, que en ese momento reproducía una perla del Illinois Jacket, disco de un sello independiente -una de las pocas excepciones de la extensísima lista de piezas extraorinàries compresas en la conocida colección discográfica identificada por la señal de tráfico roja con las letras negras que formaban mi discoteca comprada con las propinas obtenidas por el sudor de mi trabajo-. Pero no sé porque en su libro diría que era música clásica lo que sonaba al visitar la rebautizada tienda de electrodomésticos con el neutro nombre de Amper. Quizás porque no reconoció On the sunny side of the street, tema versionado por un incontable número de jacistes que la han ubicado en un Olimpo custodiado por Miles, Helen, o Billie. Sin embargo, desde siempre, he estado enamorado de la versión que hizo el trío de la Chaqueta de Illinois con el Yo Jones a la batería y Milt Buckner al contrabajo, disco que aún conservo en perfecto estado, aunque ya han pasado más de veinte y cinco años de aquel episodio de la extraña visita de aquel personaje descontextualizado, con aspecto detectivesco, como si estuviera oliendo algo extraño mientras escuchaba las órdenes que me daba la madre -tareas que tenía que hacer al volver de la escuela y que, por cierto, me ayudaban en la compra de mis vicios, ligados sobre todo al mundo musical-. Al dirigirse hacia el exterior, con lentitud desesperante, quiso hacer otra parada en el escaparate, había entrado y quería salir del establecimiento sin hacer ningún comentario ni ninguna saludo, había estado observando los estantes llenos de televisiones , ordenados por el tamaño, parecía escribir en aquel cuaderno unas notas que murmuraba en voz baja, como si estuviera recitando lo que apenas había escrito instantes antes. Instantes previos a trapitxar la calle hizo un cuarto de vuelta, quiso hacer la parada definitiva, haciendo ver que miraba su aspecto delante del mirrall que escondía los contadores del agua y el eléctrico, mientras obtenía hasta el último detalle de los restos arquitectónicos previas a las nuevas reformas que habían cambiado el aspecto del edificio en una moderna tienda de electrodomésticos o mientras de reojo hacía un detallado escaneo visual a fin de encontrar algún indicio significativo que pudiera escribir en su cuaderno, indicador de una observación minuciosa, detallada, posiblemente como muestra de un perfeccionismo depurado en sus descripciones, de ahí que no podía dejar de observar la bonita fachada principal del edificio, que miraban desde el otro lado de la calle, así vería con toda solemnidad una de las muestras de la arquitectura modernista de nuestra villa -que muy posiblemente no sea ni la más lujosa, ni la más atractiva, pero sí refleja de manera inequívoca el espíritu que quería transmitir la nobleza y las clases dirigentes barcelonesas de principios del siglo XX en sus residencias de verano, muestras que se repartían por todos los pueblos y todos los barrios con un mayor número de muestras en las calles más cèntrics-. Efectivamente, aquel personaje tomaría muchas notas sobre la fachada, de hecho, mientras yo preparaba unos encargos, vi como paraba a algunas personas y parecía interrogarlas mientras con el dedo señalaba el punto de donde había partido unos minutos antes ... Probablemente había pasado más de tres cuartos de hora, no estaba pendiente del reloj, en trapitjar la calle para ir a hacer mis tareas tuve la sensación de que me estaba esperando, para salir de dudas podía haberme girado para echar un vistazo , pero una pequeña temblor impidió cualquier movimiento, estaba seguro de que tenía aquel hombre sobre mi nuca hasta que un pitido seguido de un: -Chico detente! -Su Respiración denotaba cansancio.
-Espera'm Que quiero hacerte unas preguntas. Yo permanecía en silencio, no sabía qué decir, no sabía qué quería. Tal vez se trataba de un observador de espacios, de un agente de la propiedad inmobiliaria ... o uno de aquellos que anotan todos los detalles de los edificios, tiendas, bancos, o museos, para vender la información a ladrones especializados, de aquellos que de manera muy organizada, con muy poco tiempo, pueden entrar en un almacén y vaciarlo sin que nadie se dé cuenta, con una exactitud propia de militares sin trabajo provenientes de países del Este de Europa. Pero no era el caso, esta vez aquel hombre quería hacer preguntas relacionadas con nuestra tienda de electrodomésticos, quería saber datos sobre el edificio. Petición que nunca nadie me había hecho, lo encontraba raro, pero no le di mucha importacia, lo traté como un juego, de ahí mi colaboración fue total, facilitándole el que él pedía. Información que muy probablemente sólo yo atesoraba, dada mi hambre de conocimiento, evidentemente con la inesperada visita de un personaje que parecía salir de una novela policiaca quedaba claro, que una vez más, me había equivocado. Así pues, durante unos minutos, recité unos datos memorizados como si se tratara de una lección de historia del arte. Fechas, nombres, detalles y anécdotas que había ido averiguando poco a poco y que utilicé una vez en una tarea escolar en la catalogación de construcciones hitòriques de la ciudad y, por tanto, no podía olvidar de nuestro edificio, pero como resultaba incómodo recitar en plena calle le propuse ir a un bar situado en los bajos de un bloque de viviendas que había construido el abuelo de la madre hacía mucho tiempo, que daba a dos calles, justo al lado de las escaleras de San Juan, escaleras que llevaban a un apeadero de Renfe sin taquilla de la línea de Puigcerdà, llamado así porque antiguamente los trenes llegaban hasta el pueblo de San Juan de las Abadesas. Nos sentamos en unas sillas tan incómodas como pequeñas, y el hedor que desprendía la plancha nos dejaría la ropa perfumada, este detalle dejó muy nervioso aquel hombre, que ahora parecía tener tomada en conseguir sacar algún provecho de la conversación con un joven adolescente que por momentos ensanchaba los hombros como dándose importancia ... Yo pedí una salchicha de frankfurt hecha a una de las empresas cárnicas de Moncada, con tomate, mostaza y un poco de mayonesa, más un refresco, mientras que él sólo pidió agua con gas. Siempre había oído hablar de los perritos de la capital, pero siempre tuve una sensación muy decepcionante, ya que no los encontraba mejor que los que podía comer cerca de casa, donde tenía el Hans, la Oficina, el Estallido -que con el tiempo cambiaría de nombre varias veces, primero con un curioso nombre, el Rincón y por último la Comida, antes de ser derribado el edificio incluyendo el antiguo cine España y el taller de coches Montserrat, o el mismo Danubio que era el lugar que había elegido para satisfacer la curiosidad de aquel hombre que parecía estar preocupado por el tiempo ... Pero que sobre todo miró con un desprecio exageradamente intencionado hacia el bocadillo que estaba a punto de zamparse me, bocadillo que pagaría él a pesar de su rechazo visual. -No Le ofrezco un pedazo porque me ha parecido que no le gusta. -Tienes Razón, a mí me gustan las comidas mucho más elaborados. Ya aprenderás que comer es un placer; no puedes castigar tu hígado ingiriendo esta basura. -Porqueria? Usted no tiene que hacer nada de lo que yo como. Le diré una cosa, sólo he comido un perrito caliente mejor que este en el estadio de Sarrià. -Vamos Por trabajo, no sea que todavía me arrepienta de pagarle el bocado a un periquito y responde a unas preguntas. ¿Qué sabes del edificio donde tiene la tienda? -Nosotros Hace muy poco tiempo que está, de hecho la ha comprado mi hermana. Queremos ampliar el negocio y tenemos tiendas esparcidas por diferentes barrios, pero no teníamos hacia el centro. Hacía mucho tiempo que el perseguíamos. -¿Quién Vivía antes que vosotros? -Creo Que hacía mucho tiempo que no vivía nadie, antes que el compráramos había sido el consultorio de un médico. De hecho cuando se fue dejó una máquina de rayos X muy antigua y pesada, además de muchas revistas científicas y sobre todo médicas. A pesar del tiempo que había pasado, de vez en cuando, nos llega algún fascículo que acercamos a uno de los su sobrinos y le dejamos en la farmacia de la esquina.

Sin lugar a dudas muchas de estas publicaciones deberían actualizar los datos, porque llevan el nomenclátor franquista, y ya hace unos cuantos años que estamos en la Calle Mayor. -¿Qué Más me puedes decir? Todo esto no tiene ningún valor. Con esto que me has dicho no te pagaré lo que te estás comiendo. Sus palabras sonaron como amenazas, tenía que dejar de jugar a hacerme el valiente, debía dejar de aparentar que dominaba la situación. Quizás aquel hombre quería algún tipo de revancha, así pues elegí decirle todos los datos que había conseguido haciendo visitas al ayuntamiento, departamento de urbanismo, y en la biblioteca siguiendo una hoja de ruta intuitivo. -Nuestro Edificio da a dos calles, Mayor y San Antonio, aunque la parte posterior del edificio es un añadido que hemos hecho hace poco, para abrir la tienda y tener salida por detrás para hacer las cargas y descargas de las mercancías , el cuerpo principal se accede desde la Calle Mayor, una pequeña escalera sinuossa conduce a un distribuidor que permite acceder a un patio de luces por donde se entra a la vivienda o para subir a las plantas superiores de la tienda donde se esconde mi cae, pero esta información ya la sabe porque me he fijado como miraba todos los detalles. Añadiré que la vivienda está muy iluminada gracias a claraboyas cenitales, grandes ventanales y una habitación colgada encima del patio interior que podríamos convertir en un invernadero gracias a la buena ventilación o el calor solar para una ubicación muy estudiada haciendo cálidos los inviernos y soportables los veranos, a pesar de todo, es el lugar ideal para hacer una lectura relajada, un espacio especial donde el tiempo se velluga con más lentitud, donde los ruidos se desintegran, pero el detalle más significativo sea la sensación de aislamiento que se puede conseguir en el centro de una ciudad industrial de la periferia de una gran ciudad, estorbada sólo por un pequeño silbido lejano procedente de alguna de las estaciones ferroviarias que nos rodea. -Sigue. -Actualmente Es un edificio de planta baja y dos pisos, fruto de una reforma del año 1928, pero el cuerpo principal fue construido en el siglo XIX. Creo que fue poco después del 1886, en que se empezó a construir la iglesia de Santa Engracia, de estilo neogótico por un joven arquitecto barcelonés Enric Sagnier i Villavecchia, uno de los hombres que más edificios proyectó en la ciudad Condal, gracias a que tenía muchos vínculos con la clase política catalana, además participó activamente en el momentos difíciles de principios del siglo XX, dentro de un grupo católico llamado el Comité de Defensa Social, vinculado a la Liga Regionalista. Supongo que el hecho de ser muy joven atraería a la familia Cuyàs para que les hiciera una residencia de verano en el centro de la ciudad de Moncada. Siguiendo el consejos de un arquitecto local hicimos una limpieza de la fachada para poder observar minuciosamente el acabado, que imita un empedrado. Las balconeras están enmarcadas con elementos muy bien trabajados, representando unas molduras florales, al igual que en la cornisa superior donde se hace un acabado con otros elementos que también podríamos definir como modernistas, al igual que unos pequeños detalles bajo las ventanas. La escalera interna que comunica el primero con el segundo piso la hemos mantenido prácticamente intacto, sólo tuvimos que arreglar algunos tramos espaciados por la falta de mantenimiento por culpa de los años. -De Vez en cuando tenía que parar para hacer un pequeño trago y un bocado, tampoco estaba obligado a comer el bocadillo frío -... La gran reforma la dirigió José Granero y Prat encargada por Jaume Cuyàs y Galceran, padre de na Elvira, por eso esta casa había sido conocida como la residencia de verano de la marquesa de Can Cuyàs. -A Pesar de que nadie me ha confirmado que Elvira Cuyàs haya sido marquesa. Conservar algún documento original de la construcción primaria ?, no sé ..... como algún plano, alguna carta, algún sello, algún estandarte o trozo de tilo antiguo ?. -Creo Que no, quizás esta respuesta la tienen los herederos de la familia o el médico que tuvo el consultorio médico. Si en la casa hubiera algún documento o algún objeto con algún tipo de valor yo lo sabría. Sólo quedaron algunos muebles muy antiguos que apenas hemos acabado de restaurar. -Has Dicho que la casa original la hizo Enric Sagnier i Villavecchia y la gran reforma José Granero y Prat? -Si, Aunque de la primera construcción no se conservan ni planos ni documento. Estas conclusiones son fruto de mi investigación. -Y Qué sabes de Granero y Prat? -que Hizo varios edificios en Barcelona como las casas Sala Sacristán y Zapato en la calle Enric Granados 96 y 98, o la Casa Alforfón, conocida como casa de la mariposa situada en la calle Llançà 20, sin duda la obra más importante y más fotografiada de José Granero; dos veces más alta que la nuestra y con el acabado final que muestra una gama de colores muy atractiva. En Sitges hizo alguna más. Construcciones que actualmente no se si no las tendrán derribado para hacer otras nuevas, como la casa Montan, o las casas Lorenzo Montserrat y Lucía Catasús y Soler en el paseo de la Ribera. Pero seguramente, la más estudiada sea la casa Rovira en la calle Jacinto Verdaguer 27 en Sant Just Desvern, erróneamente atribuida a Josep Maria Jujol, que sólo intervino en parte de los acabados y la decoración de la fachada principal. De hecho es lo más destacable y el que tiene un cierto valor artístico y arquitectónico ... Basta?
-Mientras Seguía tomando notas, finalicé mi desayuno, y con el convencimiento de que afortunadamente me había salido gratis, esta seguridad desapareció al oír un comentario inesperado, dejándome confundido y descolocado por unos instantes. -Así No sabes nada de los lazos de estos arquitectos con la maçoneria.- Definitivamente, me había hecho una idea totalmente errónea de aquel hombre, que quiso desmostrado con unas pocas palabras que sólo él dominaba la situación, mi silencio dinamitar mi ego, aquellos segundos de silencio se eternizar hasta que él mismo lo rompió. -Por Último quiero saber si vive encima de la tienda. -Sí Y no, en verano vivimos en Can Pons, una residencia que tenemos en el centro de la Vallensana, pero no en invierno, durante el curso escolar, nos va mucho mejor vivir en el pueblo. Pero no son las únicas viviendas que tenemos, somos muchos hermanos y todos trabajamos en un régimen cooperativo familiar para ganarnos los estudios o la vivienda, posesiones que los padres tienen alquiladas, pero imagino que todo esto usted ya lo sabe. -Tú Sabías que Sagnier tenía muchos vínculos con la familia de Joan Pons y que ambos eran masones? -No He hecho ninguna investigación al respecto, pero sé que Joan Pons participó muy activamente en la política de comienzos del siglo XX. -¿De Dónde has sacado toda esta información? -Ya Le he dicho, soy un poco autodidacta, cuando me gusta algo, hago un trabajo de investigación para conocer y entender todo. De hecho todo lo que le he dicho se encuentra en las enciclopedias, en el archivo municipal o me lo ha transmitido el vecindario. -Autodidacte? Crees que eres el autodidacta? Pues te queda mucho por aprender y mucho por averiguar. Fui a lavarme las manos pensando en los concejos que apenas había recibido de una persona a la que no conocía y en la que había informado con datos íntimos sin valor aparente. Al salir del servicio, aquel hombre ya no estaba, se había ido, no había dejado ninguna nota, no me pude despedir ni tampoco le pude preguntar porque quería saber todo aquello además de reconocer que había mucho por aprender. El joven que atendía la barra me dio una servilleta que escondía en su interior un Condal del número 6. Quizás era un regalo agradeciendo la información o quizás era una pista para seguir delante. A veces no puedo callar, seguramente es un mecanismo de protección ... ¿Quién me iba a decir que yo sería Narcís Pons Puig !, y como me había elegido aquel nombre? ... Tal vez después de dar una vuelta por el centro , de haber comprado un cupón de la ONCE en un horno justo al lado del ayuntamiento, o después de haber cercado en coche para tener una panorámica de la ciudad, visitando los reductos de arquitectura modernista esparcidos por el término. Deduje que aquel hombre observador, conocía mucho más de lo que parecía, que sabía perfectamente quién era yo, donde vivía o el nombre de los invitados que habrían hecho alguna estancia en Can Pons. No tuve tiempo de preguntarle si tenía algún dato de una posible visita de un cineasta de Calanda invitado por sus familiares. Ahora, nunca podría averiguarlo. Tampoco le pregunté el nombre. No tardaría mucho en saberlo, como tampoco la relación de aquellos arquitectos con la francmasonería, que me había dejado totalmente fuera de juego. Quince años después, a finales de enero de 1998, mientras paseaba por el Malecón de La Habana, me topé por casualidad con aquel hombre, que caminaba decididamente para encontrarse conmigo. Estaba claro que este encuentro no era accidental, me reconoció al momento ... -L'autodidacte !, -El escritor !. El tiempo lo había transformado, ya no llevaba el bigote, las gafas eran mucho más modernas y el vestuario del invierno cubano distaba mucho de lo que mantenía mi retina vivo en la memoria, fruto de aquella visita furtiva y fugaz, que me dejó como herencia una estima y respeto por el tabaco artesanal. -Realmente, ¿Qué hace usted por aquí? Una pregunta totalmente fuera de contexto, dadas las tendencias políticas de aquel hombre, sin olvidar el amor que sentía por el tabaco o aquella afición desmedida por la alta gastronomía exótica ..... fèia tiempo que había descubierto quién era aquel hombre, qué y donde escribía, sus manías con sus defectos o sus bondades con todas sus vituts. -Tenía Que vivir la visita del Papa, así como el encuentro histórico con Fidel. Y tú, ¿qué has venido? -Sigo La huella que dejó el padre de mi padre durante la guerra de Cuba y aprovecho para hacer turismo. -De Eso nada, si te veo aquí, será porque pudiste encontrar los mensajes ocultos de Sagnier, o quizás fue en Graner quien dejó alguna pista. -Encontrándonos Aquí confirmo lo que sentí durante nuestro encuentro: que usted sabía mucho más de lo que parecía, que muy probablemente jugó conmigo añadiendo me a su juego, facilitándome muelles sobre unos elementos grabados en las fachadas de nuestra finca. -Supongo Que has descubierto algunas de las incógnitas que encierra esta isla. Ahora conoces el por qué de la bandera de este país o los lazos con la gente adinerada que volvió a Cataluña a principios de siglo XX, los llamados "indianos". -Me Ha de hacer algún comentario más, hay que cerrar el círculo y tengo que confesar que no he encontrado todas las llaves. -Vivimos En un mundo global donde las distancias han disminuido en el tiempo, no en el espacio, nuevos conceptos, nuevos sistemas de comunicación que tratan la información como una mercancía más, van apareciendo en nuestro día a día, alejándonos de el espíritu de hombres idealistas que querían compartir un futuro mejor para todos, como los padres de la patria cubana, el General Narciso López y su amigo Miguel Teurbe Tolón, que fueron a Nueva York para entrar en contacto con una logia masónica internacional, allí se encontraron con un joven estudiante de arquitectura que representaba la rama española que finalmente se ubicaría en la ciudad de Barcelona, ​​Francesc de Paula Villar. Este les convenció para utilizar el triángulo equilátero y la estrella de cinco puntas en el futuro símbolo de la perla del caribe. En aquel tiempo, encare bajo el dominio colonial español, el color rojo y las franjas blancas y azules, reflejaban el día primaveral del encuentro. Así pues, con estos elementos, la esposa de Miguel, na Emilia, tejió dos banderas idénticas que, en un futuro, serían el símbolo cubano; una fue a Cuba, para iniciar el movimiento revolucionario e independentista, mientras que la otra viajó a España, tal vez para intentar conseguir el apoyo de los intelectuales europeos a favor de la independencia cubana.
En concreto, la llevó hasta Barcelona donde Francisco de Paula estudiaba arquitectura. Posteriormente, le dio el estandarte a un alumno, continuador de algunas de sus obras, Enric Sagnier, que enseñarla a jóvenes radicales catalanistas en la resarcirse de un estandarte independentista, posteriormente escondió la tela en algún lugar de alguna de sus obras. Pensé que la tela podía estar oculta en algún agujero secreto, registrable, de su finca porque descubrí que Sagnier y Granero pertenecían a la misma logia, y que desde Barcelona se había ayudado a la causa independentista cubana gracias a las fortunas los "indianos" catalanes, que esconderían y custodiarían la futura bandera cubana, que años más tarde fue enterrada en algún lugar del claustro del convento que los escolapios tenían en la ciudad de Camagüey. Posteriormente, sin embargo, después de unas reformas, esta bandera llegaría hasta la ciudad papal, y creo que ayer fue entregada al pueblo, ahora dirán que una familia ha custodiado el paño durante más de cien años, o alguna fábula similar. -Sólo Tú puedes decidir qué quieres hacer con todo lo que has descubierto y todo esto que te he dicho ahora. Tan sólo me queda darte algún consejo, tal vez si nos encontramos en Barcelona. Un silencio adornado por el ruido de las olas al romperse y la refrescante sensación de unas chispas húmedas arrastradas por el viento ...... estoy seguro de que Manuel ocultaba muchas cartas, muchas recetas, muchos artículos y muchos libros, uno de los no escritos me la había regalado a mí. Aquellos instantes de silencio se rompieron con un fuerte abrazo y un último comentario. Suerte. Prueba los Cohibas, el ron, las mulatas, y no vayas de aquí sin hacer caso a Ernest, el mojito a la "Bodeguita" y el dahikiri el "Floridita". Sigue este plano para redescubrir una ciudad sorprendente donde se han poduït acontecimientos importantísimos a lo largo de su historia. -Gracias Por el plano, y por cierto, si me lo permite, le recomendamos curiosear por los "agros" y el mercado del pescado, es vibrante comprar en el mercado negro. El otro día conseguí unas colas de langosta que pude preparar en la casa de los familiares de unos amigos cubanos exiliados que conocí en California. Seguí una receta de mi hermano muy simple; Colas de langosta aceitadas al horno rematadas por una muselina de ajo. Afortunadamente, el vino lo he llevado de casa, un vino que se produce relativamente cerca de Can Pons, marqués de Alella clásico hecho con la variedad de uva pasa blanca, de un color que deslumbra y de un aroma que llena las narinas. -Con Las langostas se pueden hacer muchas y muchas cosas, tal vez un día hablamos. -Me Encantaría. No nos volveríamos a ver nunca más. Nunca más hablaríamos. La caldereta o cualquier otro revisión gastronómica de la langosta no se porduir. Mi redescubrimiento de la parte vieja de la ciudad estaría marcada por la sombra de aquel hombre en forma de consejos salpimentados por anécdotas que leería en los artículos que hizo desde aquella ciudad caribeña. Ahora sí podría leer sin complejos "La rosa de Alejandría". Ahora sí que podría hacer la larga lista con los consejos recibidos de hombres que marcarían mi futuro. Ahora sí que podría hacer mi vida sin sufrir por todo lo que nunca hice. Tal vez sólo me queda volver a pasear por el Malecón, con la ciudadela del Morro en el fondo, imaginando la flota americana hundiendo los barcos que mal conducía el almirante Cervera. Doy gracias a los dioses para permitir que mi abuelo volviera sano y salvo a casa de aquella guerra absurda que nunca en la vida podríamos haber ganado, como sabían todos los francmasones. Quizás ahora entiendo la plantación de tabaco que mi abuelo se había hecho en el pequeño huerto en un patio interior de la casa de la calle estación del barrio de Can Sant Joan en Montcada i Reixac, muy cerca de la fábrica de cemento en la que siguió desde Castellar de n'Hug. Ahora entiendo de dónde ha salido mi amor por los "boleros". Estoy seguro de que me espera un futuro marcado por el encuentro de aquel hombre, de su mirada, y de su pluma con las claves para escribir el libro que Manuel me dejó, o los recuerdos que mi abuelo Juan importó de su juventud.



No hay comentarios: