martes, 7 de marzo de 2017

Rumbo a Sevilla

Debía ser a principios de Enero, cuando Iván decidió comprar los billetes de tren con destino a la bonita ciudad de Sevilla. Saldríamos el viernes 3 de Marzo, a hora bien temprana desde la estación de Sants. El punto de encuentro era un tren de cercanías, probablemente con destino al Aeropuerto, por supuesto, con parada en  Sants para enlazar con los trenes de alta velocidad. Serían unas 6 horas de agradable y cómodo viaje.
El día anterior, revisé todas las tareas que tenía pendientes para dejarlas solucionadas o, en el peor de los casos, aplazarlas unos días para poder desconectar de las rutinas, centrándome en la participación del ansiado torneo; es de suponer que mis compañeros estaban en situación similar.
Dejar las ovejas y la cabra arregladas, las gallinas bien acondicionadas, asegurándome que todo estaba en su sitio para poder viajar tranquilo.



A última hora decidí que iría, de mi casa a la estación de Montcada Centro, a pie. Dos kilómetros cargado con la bolsa y la maleta. Era mejor dejar mi vehículo estacionado en el garaje, no quería dejarlo estacionado en cualquier calle, esperando a mi regreso, así que de buena mañana empecé con ritmo, llegando a sudar la gota gorda. En la bolsa (obsequio de una participación en el Locos) tenía unos bocadillos que había preparado con esmero esa misma mañana. El día anterior, abrí una paletilla ibérica, confieso que salió bastante buena, con la que rellené los panecillos comprados en una panadería frente a mi casa. Además, preparé una bandejita de queso manchego de oveja, curado, para acompañar el vino que elaboran Safa y sus hermanos. Poca cosa más necesitaríamos, a parte del café y las cruzcampo, el objetivo era disfrutar del camino.
Todos habíamos estado pendientes de los partes meteorológicos, información necesaria para preparar las maletas. No sirvió de mucho, al final pusimos de todo, para apenas realizar cambios. Pese a la confianza mostrada por uno de los empleados del hotel Monte Carmelo, quien certificaba con rotundidad una y otra vez: "0% probabilidad de lluvia", para decirnos el domingo a mediodía: "lo siento, esta vez las previsiones no han acertado".
Llegamos a Santa Justa a la hora prevista. Allí nos agenciamos unos taxis para ir directamente al hotel. Inscribirnos, ocupar las habitaciones para dejar el equipaje, encontrarnos con algunos miembros del resto de la expedición, y contactar con nuestros contactos locales, Carmen y Rocío que habían reservado mesa en "la golondrina", en pleno barrio de Triana, al que accedíamos tras recorrer de punta a punta la calle Betis.



Empezamos bien. Apenas llevábamos una hora en Sevilla, el tiempo suficiente para sentir la alegría de una ciudad que transforma a la gente. De repente sonreíamos por cualquier cosa, nos salía, por los codos, hasta la gracia sevillana. Salimos sin postre cuando cerraban el local, en ese preciso instante apareció la lluvia, unas gotas de agua que no se separaron de nosotros ni de la ciudad hasta el domingo por a mediodía, justo en el momento de nuestra partida. Carmen compró dos paraguas, tampoco estábamos obligados a pillar una pulmonía.
Por la tarde nos presentamos, sin carta de recomendación, en un local de copas para tomar unos digestivos. Ya sabéis de qué manera va esto. Empiezas con un Gintónic y terminas pinchando discos en la cabina. Decidí acercarme al ala moderada del grupo, quería tomar las copas justas, para poder atender a los representantes de la organización que nos darían las pautas del torneo. Nos dirigieron a un céntrico Bar de tapas, el Gorki, pero como acababan de abrir, decidieron hacer las cañitas en la Taberna del Arenal.
La primera toma de contacto fue genial.



Ahora tocaba volver al hotel, ir a cenar en un restaurant cercano, y descansar, que el sábado teníamos que dar el do de pecho.

Procedentes de Barcelona venían: Safa, Micky, Joan, Iván, Tarifa y Jordi Nogueras.
De Puerto venían: Landete, César, Luis Jordán, Carlos, Foggin, Javi, Alex y Gaba que al parecer, y por motivos de trabajo, ya estaba en la ciudad. Lucky se descolgó hacía ya tiempo. Chori y Reyes no pudieron venir.
De la Lacarria vino Oscar.
En la capital andaluza teníamos a Carmen y a Rocío. Allí nos esperaban el resto de equipos, la organización y la cúpula directiva de Puerto-Fost (Emilio y Manuel). Dos personajes que merecen un capítulo a parte.

No hay comentarios: